martes, 9 de agosto de 2011

BICENTENARIO DE LAS JUNTAS DE GOBIERNO DE AMÉRICA DE 1809 -11. ¿QUÉ CELEBRAMOS?

Algunos Estados de América Latina, particularmente sus gobiernos,  han conmemorando el bicentenario de las juntas que bajo dirección criolla desconocieron a las autoridades coloniales e impulsaron un proceso autonomista que culminó con el establecimiento de los estados republicanos. En el año 2009 fueron los festejos de aniversario de las juntas de gobierno de 1809 en Chuquisaca (mayo 26), La Paz (julio 16) y Quito (agosto 10). En el 2010, siguiendo el cronograma oficial,  correspondió a las juntas de Caracas (abril 19), Buenos Aires (mayo 25), Santa Fe de Bogotá (julio 20) y Chile (septiembre 18), quedando para el  2011 Paraguay (mayo 14,). México, que no tuvo junta alguna, celebró en el año 2010 el bicentenario de su independencia (octubre 16) rememorando la  heroica insurrección popular  iniciada por el cura Hidalgo y continuada por el cura Morelos.
Dado el especial interés que sobre estos hechos han puesto tanto gobiernos como individuos y  colectivos de tendencia neoliberal, nacionalistas, socialdemócratas y algunos izquierdizantes, es que corresponde a quienes participamos de la historia crítica efectuar el deslinde en torno al carácter y significado de tales hechos y sus conmemoraciones.

Orígenes de las Juntas  de Gobierno
Las Juntas de Gobierno de 1809 -1810, incluyendo la Junta de Montevideo (1808-sept-21), se gestaron en momentos que España Monárquica vivía un vacío de poder. La invasión napoleónica a la península determinó la migración a Brasil del Príncipe Regente de Portugal Juan VI, y con él la infanta Carlota Joaquina hermana de Fernando VII de España. A su vez este rey,  que de su padre Carlos IV recibió el Poder (la corona), no tuvo el menor reparo de abdicar ante Napoleón en Bayona, quien por su parte cedió la corona a  su hermano José que se convirtió en José I para reinar en España y América. Sabemos que el pueblo español rechazó tal propósito y se insurreccionó contra el invasor francés luchando por el retorno del Rey depuesto (1808-1812). Se formaron juntas  locales y la Junta Central de Aranjuez, la misma que se trocó en Consejo de Regencia. En América los criollos,  en contradicción con las autoridades españolas inmediatas, creyeron llegado el momento oportuno para superar su condición subordinada y emprender un desarrollo autónomo,  rompiendo el monopolio comercial y reformando el  Estado. De allí que pasaron a formar las juntas de gobierno a los gritos de ¡Muera el mal gobierno! ¡Viva Fernando VII!
   
Las Juntas de Chuquisaca, La Paz y Quito. Acerca de la Junta de Chuquisaca, en el Alto Perú, las crónicas de la época refieren que su establecimiento se hizo al calor de los gritos de  Bernardo Monteagudo:“Muera el mal gobierno, viva el rey Fernando VII”. Así en  Chuquisaca se pretendió  el cambio de hombres cuestionando a las autoridades virreynales pero  poniendo a salvo a la autoridad real. Otro fue el caso de los  insurgentes de La Paz,  radicalizados, destituyeron a las autoridades de la corona y pasaron a la conformación de un gobierno independiente. Resultado: la represión fue diferente en estas ciudades. “En La Paz, la  insurrección  fue protagonizada por elemento indígena, y los españoles tenían por norma ajusticiar a los naturales que se alzaban en contra de sus autoridades americanas. En cambio la de Chuquisaca -revuelta intelectual, por darle un calificativo- alcanzó apoyo popular cuando la rebelión ya estaba en la calle; alguien la llamó " la revolución de los doctores" o de "los togados" (Ver La expedición de auxilio a las provincias interiores de Emilio Bidondo – Círculo Militar – Buenos Aires, 1987).
En Quito,  un grupo de criollos liderados por Juan Pío Montúfar (Marqués de Vista Alegre)   dieron partida de nacimiento a  una Junta  de Gobierno estableciendo en el acta : “Junta Suprema que gobernará interinamente a nombre y como representante de nuestro legítimo soberano, el señor don Fernando Séptimo, y mientras su Majestad recupere la Península o viniere a imperar en América”.

Esta Junta Suprema buscó consolidarse con  la adhesión de importantes provincias circunvecinas como Popayán, Barbacoas, Cuenca y Guayaquil,  además de idear posteriores proyecciones a los reynos de Santa Fe y Lima. Se trataba de avanzar de una pequeña soberanía al establecimiento de un gobierno fuerte de dimensión continental.  Se escribieron cartas a personajes influyentes y se enviaron comisionados a los cabildos de las provincias en referencia, ofreciéndoles asientos  para su representación en el gobierno de Quito,   liberación de impuestos y otras mejoras en el comercio regional. Vanos intentos. Los grupos de poder criollo  en la región,  fidelistas e inclinados ante el Consejo de Regencia, vieron en la Junta de Quito un peligro para sus autonomías, por lo que tomaron distancia  pasando a propiciar la contrarrevolución. Desde Lima el Virrey José de Abascal decretó la liquidación de la Junta enviando un ejército al mando del Coronel Manuel Arredondo.
En Venezuela la primera Junta de Gobierno  registra en su acta de constitución: “...Este pueblo que se halla en total orfandad, no sólo por el cautiverio del señor Don Fernando VII, sino también por haberse disuelto la junta que suplía su ausencia en todo lo tocante a la seguridad y defensa de sus dominios invadidos por el Emperador de los franceses,..”,  “…una gran porción de él congregada en las inmediaciones de estas casas consistoriales, levantó el grito, aclamando con su acostumbrada fidelidad al señor Don Fernando VII y a la soberanía interina del mismo pueblo;…”,    “¡Viva nuestro rey Fernando VII, nuevo Gobierno, muy ilustre Ayuntamiento y diputados del pueblo que lo representan!”. Valga   destacar como obra importante de esta Junta  las elecciones que convocó para elegir un Congreso General de las Provincias,  con el objeto de establecer un gobierno constitucional. El reglamento de elecciones aseguró  el voto a  los hombres libres mayores de veinticinco años y propietarios de bienes, excluyendo a las mujeres, esclavos, y demás  sectores populares  proletarizados. Con tales condicionantes, el resultado de las elecciones realizadas entre octubre y noviembre de 1810 fue un Congreso conformado por representantes de la oligarquía criolla, el mismo que evidentemente no pudo realizar mayores transformaciones económicas y sociales que las que convenía a sus intereses.   
Sobre la Junta de Buenos Aires que no juró fidelidad  al Consejo de Regencia, pero si declaró mantener lealtad al rey depuesto, los historiadores argentinos han convenido en señalar que tal lealtad no fue más que una maniobra política de  ganar tiempo para fortalecer la causa patriota,  maniobra que fue desplegada por la primera junta, la junta grande, los triunviratos primero, segundo y tercero y los directores supremos, hasta que se declaró la independencia en 1816. Sobre la maniobra en cuestión Cornelio Saavedra cursó la siguiente  carta a Juan José Viamonte,  con fecha 27 de junio de 1811:
“...las Cortes extranjeras y muy particularmente la de Inglaterra, nada exigen, más que llevemos adelante el nombre de Fernando y el odio a Napoleón; en estos ejes consiste el que no sea (Inglaterra) nuestra enemiga declarada... la Corte de Inglaterra... no se considera obligada... a sostener una parte de la monarquía española contra la otra... a condición que reconozcan su soberano legítimo... luego, si nosotros no reconociésemos a Fernando, tendría la Inglaterra derecho... a sostener a nuestros contrarios... y nos declararía la guerra... En medio de estas poderosas consideraciones quiere el... ciudadano Zamudio se grite: ¡Independencia! ¡Independencia! ¿Qué (se) pierde en que de palabra y por escrito digamos: ¡Fernando! ¡Fernando! “ (M. Deleis y col. Cartas que hicieron la historia, Buenos Aires, Edit. Aguilar, 2001, pág 116)

Aquí es importante destacar que la insurrección de mayo de 1810 fue motorizada por  grupos de criollos que  tuvieron como fin común expulsar del poder al Virrey Cisneros, pero que tenían diferencias  internas:  una fracción de progresistas representados por Moreno, Castelli, Belgrano y Paso que aspiraban a una reforma política, económica y  con derivaciones sociales; otra fracción de militares y burócratas liderados por Saavedra que pretendían desplazar a los españoles del ejercicio del poder, pero heredando sus atribuciones y privilegios. Por otra parte la fracción de los comerciantes y hacendados que subordinaban la política a los intereses económicos, particularmente el comercio con los ingleses; por último otros grupos que oscilaban entre reemplazar la autoridad del Consejo de Regencia por la de Carlota Joaquina de Borbón o por la corona británica. A esto se agrega  el interés  de Gran Bretaña por captar el mercado de América colonizada por España, pero que por estar en guerra contra el expansionismo de Francia  napoleónica debía impulsar una política de alianza con España en Europa, en tanto que en América presionaba porque las manifestaciones independentistas no se acentuaran mientras no se superase la crisis europea.
A semejanza de las juntas americanas ya referidas, la de Santa Fe de Bogotá y la de Chile también surgieron proclamando su fidelidad al monarca ausente  e ignorando  al Consejo de Regencia. La Junta Suprema de Santa Fe  se  constituyó cancelando al virreynato de Nueva Granada y eligiendo curiosamente como su primer Presidente al depuesto virrey Antonio Amar y Borbón, hecho que por exigencia popular  fue corregido a los pocos días con la destitución de tal personaje. Varias ciudades sumaron su adhesión a la Junta de Gobierno, aunque por la convocatoria de un congreso para la elaboración de una constitución del nuevo Estado se dividieron tempranamente en  centralistas y federalistas. Las otras ciudades se mantuvieron fieles a los realistas. El país ingresó a una guerra civil, la cual se resolvió años más tarde con la independencia,
Muestra del acendrado fidelismo de los criollos chilenos fue la elección de una junta de gobierno presidida  por el propio representante del Rey de España, don Mateo de Toro Zambrano y Ureta, con titulo nobiliario Conde de la Conquista. Este personaje se había desempeñado anteriormente como Corregidor de Santiago; en los momentos previos a la constitución de la Junta de Gobierno  fungía como Gobernador Interino de la Capitanía General de Chile. Murió cinco meses después,  por lo que no tuvo mayor participación en el proceso de  la independencia.

Carácter y significado de las juntas
El movimiento  insurreccional de las Juntas de 1809-10, no fue ni pretendió ser una revolución social en el sentido más integral del término,  sino una  lucha político-militar de tendencia inicial autonomista, con posterior evolución al separatismo,  dado los intereses de su  clase dirigente, la clase criolla, que dicho sea de paso no fue una clase homogénea sino fraccionada: los criollos comerciantes ligados al monopolio,  los criollos intelectuales entre separatistas y fidelistas, los criollos progresistas y los conservadores entre pro-monárquicos y republicanos.
El movimiento  de 1809-10 no pretendió cambiar  la estructura económico-social del régimen colonial, sólo se orientó al cambio de la forma de gobierno pasando de virreynato a república,  por lo que después, concluida la guerra hacia 1824 y 1825, se puede observar que  en lo interno continuaron las injustas relaciones sociales de producción y en lo externo la dependencia de nuestra economía, en este caso dependencia respecto a  Inglaterra expansionista con la primera revolución industrial (2). La  fracción criolla dominante (aristócratas militares secundados por civiles), que venía de ser copartícipe con la clase peninsular en  la explotación colonial,  fue incapaz de poner en marcha una reforma agraria en tanto ésta afectaría sus propios intereses. Igualmente no asumió la gran tarea de la modernización industrial del país,  porque eso no  estaba en  de sus propósitos. 
Los venezolanos Salvador de la Plaza y Gustavo Machado en una interesante co-producción  han puntualizado que la independencia “no se inició como una revolución social”(3), afirmación que Plaza la ratificó y la amplió después, cuando expresa:  “La independencia no transformó la estructura económica. El poder  político pasó de manos del rey de España a la de los ‘criollos’ grandes propietarios de tierras y esclavos y a los ‘generales’ que se habían formado en las guerras y que a su vez se habían convertido en grandes propietarios “(4). Asimismo, en uno de sus últimos trabajos,  habría de concluir que “la revolución social que esa sociedad requería para salir del estancamiento y progresar quedó, en consecuencia, indefinidamente aplazada”(5). Lo que en el Perú Agustín Barcelli califica “revolución traicionada”,  o Julio Roldán “una burda estafa”.
Por otra parte el argentino Milciades Peña refiriéndose al plan del radical Mariano Moreno en Argentina, asevera: “Su objetivo era barrer a la burocracia virreinal y sus aliados -que tal era el objetivo de la revolución política-. Pero nada más, y eso no es una revolución democrática. Es verdad que Mariano Moreno invitaba al levantamiento de los gauchos orientales contra los restos del poder virreinal, pero también los españoles llamaban a los indios a levantarse contra los criollos. Es la táctica de provocar levantamientos en la retaguardia del enemigo, y nada más” (6). Evidentemente, en ambos bandos los combatientes eran provenientes de la clase hispano-criolla y de los grupos sociales fraccionados  y subordinados, al punto que se insinúa una guerra de independencia con caracteres de guerra civil.
Cuestionando al bicentenario de las juntas, el chileno Roberto Olivares sostiene: “Obviamente no seré yo quien después de casi dos siglos de “reconocerse” el 18 de Septiembre de 1810 como día de la Independencia, menos aún después de que durante los dos últimos “gobiernos de la concertación” se vienen haciendo anuncios de grandes inauguraciones y parafernálicos eventos, intente convencer a los lectores de que deberíamos “postergar” por ocho años las tan esperadas y anunciadas celebraciones.” Luego agrega: “La Independencia realmente y mediante la lectura del acta correspondiente en todos los pueblos y ciudades de Chile, se proclamó el día 12 de Febrero de 1818, aún cuando el mismo General O”Higgins reconoce en una carta escrita durante su exilio en Perú "... en primero de enero de 1818, como órgano de la voluntad nacional, declaré solemnemente la independencia de Chile en la ciudad de Concepción." (7)
Una posición chilena más radical, en la perspectiva de las reivindicaciones del pueblo trabajador,  expresa: “Los 200 años de la creación de la Primera Junta de Gobierno de 1810, encontrará a Chile bajo un gobierno de la derecha oligárquica. Cuando la reacción, ahora gobierno, celebre con fuegos de artificio el Bicentenario de la Primera Junta de Gobierno (no de la Independencia), los trabajadores estarán en pleno combate defendiendo sus conquistas.”  Semanario El siglo 22-3-2010 http://www.elsiglo.cl/Los-Trabajadores-y-el-Bicentenario.html (8)
Por otra parte desde México, mostrando disconformidad con la celebración del bicentenario de la independencia del país azteca,  Jesús Ramos Loreto sostiene “…a los mexicanos nos están induciendo los medios de comunicación manipulados por el sistema a celebrar 200 años de independencia. Pero la pregunta es: ¿realmente tendremos algo que celebrar? Libre realmente México como país nunca lo ha sido, desde su inicio como tal, siempre hemos vivido sometidos a los intereses de los Estados Unidos de América. Hoy en la actualidad con la globalización y el Sistema Económico Neoliberal, México vive sometido aun con mayor razón a las grandes presiones de los intereses de los grandes corporativos internacionales, que poco a poco se han ido adueñando del país nuevamente, sino ya territorialmente no dominan, si a través de los intereses económicos. Hoy la Banca ha dejado de ser nacional, para responder a los intereses de sus matrices que se encuentran en cualquier parte del mundo menos en México, lo mismo sucede con las compañías de comunicación, automóviles, etc.”(9).
Concluyendo
1.        Politicamente las juntas de gobierno de América de 1809-1810, incluyendo la de Paraguay de 1811, constituyeron gobiernos provisionales de carácter autónomo bajo dirección criolla, sujetos a fuertes contradicciones internas por las tendencias liberales, conservadoras, separatistas y fidelistas de sus componentes.
2.        Económicamente buscaron la ruptura del monopolio comercial impuesto por España a sus colonias, pero mantuvieron las injustas relaciones de producción que se proyectan hasta el presente.
3.        Socialmente se consolidó la superioridad de los criollos y se acentuaron  sus diferencias respecto a los otros componentes de la sociedad de clases en América en condición de subordinados.
4.        Ideológicamente las  direcciones criollas de las juntas se nutrieron  con los aportes teóricos de la ilustración europea y con las experiencias  de las revoluciones burguesas norteamericana y francesa, hasta donde les fue conveniente. 
5.        Las juntas de gobierno se inscriben como expresiones de lucha autonomista bajo dirección de las oligarquías criollas, consecuentemente en sus programas, cuando los tuvieron de manera expresa, se puntualizó la defensa de sus intereses más no estuvieron presentes las reivindicaciones fundamentales de las mayorías  nacionales. A doscientos años de la juntas de gobierno que surgieron en oposición al régimen colonial español, está pendiente la realización de una revolución social.

Bibliografía
1.  J. I. López Soria.                               La época del rompimiento. En Nueva historia general del Perú. Mosca
                                                                azul.Lima,1982
2.  Macera, Pablo                                    Visión del Perú, Cap VI).
3.  Plaza, Salvador de la  G.Machado    La  verdadera situación de Venezuela. La  Habana, reimpreso 1929.  México,
                                                                P.15.
4.  Plaza, Salvador de la.                         El problema de la tierra, Vol II, p. 9.
5.  Plaza, Salvador de la                         La  reforma  agraria  en Venezuela. Revista de Economía y  Cs. Ss. Nº 2 Ab-
                                                                may. 1969
6.  Peña, M.                                           Antes de Mayo.  Fichas, Bs. As., 1973, pgs. 76 y 103.
7.  Olivares, Roberto                               Celebración  del  Bicentenario en  Chile ¿pero de qué?  en  Rancahuaso.21-
                                                                09-2009 
8.  Semanario El siglo                            Art del 22-3-2011 http://ww.elsiglo.cl/Los-Trabajadores-y-Bicentenario.html
9.  Ramos Loreto, Jesús.                        ¿Bicentenario de la Independencia de México?Lahoradelpueblo.blogspot.com/
-   Sánchez, Luis Alberto                        Historia General de América, 3 vols. EMISA Edit.Lima, 1987.