jueves, 13 de septiembre de 2012


¿QUÉ HACER PARA GANAR OBJETIVIDAD EN LA DISCIPLINA HISTÓRICA?
Como afirmáramos en otro lugar, toda disciplina que se reclama científica orienta su actividad por el ideal de objetividad. Su propósito primordial es el logro de un conocimiento rigurosamente fundamentado, cuyas proposiciones sean aceptadas como válidas por todo sujeto calificado para comprenderlas. Por definición gnoseológica se establece que un conocimiento es objetivo cuando procede del objeto como su reflejo específico, cuando esta exento de parcialidad y emotividad y cuando es válido para todos.
La historia, que se constituye como ciencia, también orienta su actividad por el ideal de objetividad. La historia investiga, describe, explica e interpreta las res gestae humanas de manera similar como proceden las ciencias calificadas como tales. Pero la presencia activa de la subjetividad deformadora en la historia, determina el problema de una objetividad incompleta, lo que pone en cuestión la cientificidad de la historia. De aquí la importancia de asumir la subjetividad reconociéndola y no evadiéndola o ficcionando  su eliminación. De lo que se trata es tomar conciencia de su doble dimensión y decidir por la separación de la subjetividad deformadora de la subjetividad científica que es la que finalmente abona a favor de la objetividad. Los siguientes indicadores orientan en esta perspectiva:

1.      DISMINUIR LA ACCIÓN DEFORMADORA DE LA SUBJETIVIDAD.
La disminución en referencia implica asumir una actitud autocrítica y una opción por la clase abierta al progreso. (Schaff: 356 y Topolsky: 265).
La actitud autocrítica del sujeto cognoscente (historiador) supone la más amplia autorreflexión en torno a las limitaciones de su conocimiento y de los condicionamientos sociales a que está expuesto, lo que a su vez demanda el compromiso de superación de tales limitaciones y condicionamientos. La actitud autocrítica nos lleva a la comprensión de que el conocimiento histórico es, en tanto científico, un producto objetivo-subjetivo social, lo que se sustenta con la concepción activista del conocimiento.
La opción por la clase abierta al progreso constituye la actitud manifiesta de la responsabilidad social del historiador que relaciona su trabajo con los intereses más generales del colectivo. El asunto es determinar si el historiador está preocupado en descubrir y difundir la verdad o en ocultarla.
2.NO CAER EN EL REDUCCIONISMO UNITARIO DEL HECHO HISTÓRICO
La realidad es sumamente compleja, los hechos que conocemos aparecen formando procesos que identifican y explican momentos históricos de corta, mediana o larga duración. Los hechos se relacionan entre si con la causación  y los condicionamientos; no hay hechos que existan como elementos o sistemas específicos aislados. No existen hechos que no estén condicionados. Todo se relaciona en la realidad. Aun lo que se denomina azar es un hecho aparentemente aislado, cuya determinación causal aparece desfigurada o simplemente no aparece en la manifestación del hecho por acción de factores perturbadores. El concepto del azar se relativiza en tanto el hecho “causal” se ubica en la red de hechos causales evidentemente unidos por regularidades específicas, lo que nos lleva a comprender que “allí donde en la superficie de las cosas parece reinar la casualidad, ésta se halla siempre gobernada por leyes internas ocultas y de lo que se trata es de descubrir estas leyes” (Rosental 1990).
El reduccionismo en historia nos lleva, por una parte, a prescindir de ciertos elementos por considerarlos no esenciales al objeto de conocimiento y, por otra parte,  nos lleva a asumir una actitud parcialista, no objetiva. El reduccionismo no ahonda ni en la relación causal ni en los condicionamientos a que está afecto todo objeto.

3.      SUPERAR EL PRESENTISMO Y EL RELATIVISMO RADICAL
Presentismo y relativismo son  posturas epistemológicas reduccionistas que afectan a la objetividad. Por el presentismo se conviene que toda visión histórica es el resultado de una relectura según las necesidades coyunturales y los valores sociales de cada contemporaneidad. Pero en la búsqueda de la objetividad del conocimiento histórico hay que ir más allá de los horizontes inmediatos. En la misma orientación va el relativismo radical, al sostener que cada individuo, clase o colectivo, tiene “derecho” a registrar “su” propia versión de lo que aconteció. El caso es que una cosa es admitir el carácter relativo del conocimiento como reflejo del grado de desarrollo material y de la ciencia, y otra cosa es reducir la objetividad a un contexto determinado.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
Fernandez, Roberto.  Historiografía y sociedad.  www.ub.edu/histodidáctica/index.
Rosental, M.M.          Diccionario Filosófico. Edición Pueblos Unidos. Lima, 1990
Schaff, Adam.            Historia y verdad. Edit. Grijalbo. México, 1974.
Topolsky, Jerzy          Metodología de la historia. Edit. Cátedra. Madrid, 1985.