martes, 8 de noviembre de 2011

LA IDENTIDAD, QUÉ ES Y CÓMO SE FORMA / Oscar Panty Neyra

La identidad es el conjunto de rasgos que diferencian  al sujeto o a la colectividad respecto a los demás. La identidad es ese algo que somos y que vamos siendo a partir de la interacción con los otros significativos y con el contexto, lo que implica el conocimiento de nuestro origen y pertenencia; asimismo  el compartir nuestra historia, tradiciones, creencias, símbolos, valores, y modos de comportamiento.  Sólo en relación a la interacción con los otros significativos es que las diferencias y características individuales adquieren valor y se comportan como un soporte para la interacción social en general.

Como fenómeno individual, la identidad es la subjetividad que nos hace diferentes  de los otros, aun sabiendo que nos parecemos a esos otros que nos rodean. Como fenómeno social, la identidad posibilita la integración de sujetos y  colectivos de sujetos afines sobre la base  de intereses culturales comunes, lo que deviene en  la formación de identidades grupales,  nacionales y supranacionales.

Se distingue diversos tipos o modalidades de identidades: personal, sexual, grupal, institucional, religiosa, político-partidaria, clasista, regional, nacional, cultural, entre otros. Tales identidades, como diferenciación del sujeto  o colectivo de sujetos respecto a los otros, pueden ser fuertes o débiles. Serán fuertes cuando hay autonomía y pertenencia claramente definidas; serán débiles cuando carentes  de reparos sucumben ante  las influencias de los otros, por ejemplo el  sometimiento a la imposición de las empresas transnacionales, o la rápida asimilación del “dejo” de un habla extranjera.

Lo anterior nos lleva a puntualizar que la identidad no es algo estático ni  inmutable,  ni  algo que se adquiere “de una sola vez y para siempre”; sino que es un ente maleable, manipulable y cambiante. La identidad se forma en la cotidianeidad del contexto de la realidad, momento a momento. Somos y no somos, nada permanece igual; lo concreto es que vamos siendo en la realidad que es dialéctica, como que todo lo que acontece en ella también lo es.  Entonces dialécticamente la identidad se genera y se proyecta en un contexto dinámico, contradictorio y cambiante; se relaciona con los demás entes y entra en contradicciones, las que resuelve sintetizando. Así la identidad aparece renovada, pero sus relaciones con los otros significativos la llevarán a nuevas contradicciones, nueva síntesis, renovación,  y así sucesivamente.  
Aquí, en la construcción de la identidad, lo fundamental es determinar quién la construye y cómo, es decir el sujeto bajo qué condiciones y modalidades; asimismo  por qué y para qué  la construye, lo que implica precisar sus motivaciones, intereses, compromisos y fines en el contexto o trascendiendo  el contexto.  

martes, 9 de agosto de 2011

BICENTENARIO DE LAS JUNTAS DE GOBIERNO DE AMÉRICA DE 1809 -11. ¿QUÉ CELEBRAMOS?

Algunos Estados de América Latina, particularmente sus gobiernos,  han conmemorando el bicentenario de las juntas que bajo dirección criolla desconocieron a las autoridades coloniales e impulsaron un proceso autonomista que culminó con el establecimiento de los estados republicanos. En el año 2009 fueron los festejos de aniversario de las juntas de gobierno de 1809 en Chuquisaca (mayo 26), La Paz (julio 16) y Quito (agosto 10). En el 2010, siguiendo el cronograma oficial,  correspondió a las juntas de Caracas (abril 19), Buenos Aires (mayo 25), Santa Fe de Bogotá (julio 20) y Chile (septiembre 18), quedando para el  2011 Paraguay (mayo 14,). México, que no tuvo junta alguna, celebró en el año 2010 el bicentenario de su independencia (octubre 16) rememorando la  heroica insurrección popular  iniciada por el cura Hidalgo y continuada por el cura Morelos.
Dado el especial interés que sobre estos hechos han puesto tanto gobiernos como individuos y  colectivos de tendencia neoliberal, nacionalistas, socialdemócratas y algunos izquierdizantes, es que corresponde a quienes participamos de la historia crítica efectuar el deslinde en torno al carácter y significado de tales hechos y sus conmemoraciones.

Orígenes de las Juntas  de Gobierno
Las Juntas de Gobierno de 1809 -1810, incluyendo la Junta de Montevideo (1808-sept-21), se gestaron en momentos que España Monárquica vivía un vacío de poder. La invasión napoleónica a la península determinó la migración a Brasil del Príncipe Regente de Portugal Juan VI, y con él la infanta Carlota Joaquina hermana de Fernando VII de España. A su vez este rey,  que de su padre Carlos IV recibió el Poder (la corona), no tuvo el menor reparo de abdicar ante Napoleón en Bayona, quien por su parte cedió la corona a  su hermano José que se convirtió en José I para reinar en España y América. Sabemos que el pueblo español rechazó tal propósito y se insurreccionó contra el invasor francés luchando por el retorno del Rey depuesto (1808-1812). Se formaron juntas  locales y la Junta Central de Aranjuez, la misma que se trocó en Consejo de Regencia. En América los criollos,  en contradicción con las autoridades españolas inmediatas, creyeron llegado el momento oportuno para superar su condición subordinada y emprender un desarrollo autónomo,  rompiendo el monopolio comercial y reformando el  Estado. De allí que pasaron a formar las juntas de gobierno a los gritos de ¡Muera el mal gobierno! ¡Viva Fernando VII!
   
Las Juntas de Chuquisaca, La Paz y Quito. Acerca de la Junta de Chuquisaca, en el Alto Perú, las crónicas de la época refieren que su establecimiento se hizo al calor de los gritos de  Bernardo Monteagudo:“Muera el mal gobierno, viva el rey Fernando VII”. Así en  Chuquisaca se pretendió  el cambio de hombres cuestionando a las autoridades virreynales pero  poniendo a salvo a la autoridad real. Otro fue el caso de los  insurgentes de La Paz,  radicalizados, destituyeron a las autoridades de la corona y pasaron a la conformación de un gobierno independiente. Resultado: la represión fue diferente en estas ciudades. “En La Paz, la  insurrección  fue protagonizada por elemento indígena, y los españoles tenían por norma ajusticiar a los naturales que se alzaban en contra de sus autoridades americanas. En cambio la de Chuquisaca -revuelta intelectual, por darle un calificativo- alcanzó apoyo popular cuando la rebelión ya estaba en la calle; alguien la llamó " la revolución de los doctores" o de "los togados" (Ver La expedición de auxilio a las provincias interiores de Emilio Bidondo – Círculo Militar – Buenos Aires, 1987).
En Quito,  un grupo de criollos liderados por Juan Pío Montúfar (Marqués de Vista Alegre)   dieron partida de nacimiento a  una Junta  de Gobierno estableciendo en el acta : “Junta Suprema que gobernará interinamente a nombre y como representante de nuestro legítimo soberano, el señor don Fernando Séptimo, y mientras su Majestad recupere la Península o viniere a imperar en América”.

Esta Junta Suprema buscó consolidarse con  la adhesión de importantes provincias circunvecinas como Popayán, Barbacoas, Cuenca y Guayaquil,  además de idear posteriores proyecciones a los reynos de Santa Fe y Lima. Se trataba de avanzar de una pequeña soberanía al establecimiento de un gobierno fuerte de dimensión continental.  Se escribieron cartas a personajes influyentes y se enviaron comisionados a los cabildos de las provincias en referencia, ofreciéndoles asientos  para su representación en el gobierno de Quito,   liberación de impuestos y otras mejoras en el comercio regional. Vanos intentos. Los grupos de poder criollo  en la región,  fidelistas e inclinados ante el Consejo de Regencia, vieron en la Junta de Quito un peligro para sus autonomías, por lo que tomaron distancia  pasando a propiciar la contrarrevolución. Desde Lima el Virrey José de Abascal decretó la liquidación de la Junta enviando un ejército al mando del Coronel Manuel Arredondo.
En Venezuela la primera Junta de Gobierno  registra en su acta de constitución: “...Este pueblo que se halla en total orfandad, no sólo por el cautiverio del señor Don Fernando VII, sino también por haberse disuelto la junta que suplía su ausencia en todo lo tocante a la seguridad y defensa de sus dominios invadidos por el Emperador de los franceses,..”,  “…una gran porción de él congregada en las inmediaciones de estas casas consistoriales, levantó el grito, aclamando con su acostumbrada fidelidad al señor Don Fernando VII y a la soberanía interina del mismo pueblo;…”,    “¡Viva nuestro rey Fernando VII, nuevo Gobierno, muy ilustre Ayuntamiento y diputados del pueblo que lo representan!”. Valga   destacar como obra importante de esta Junta  las elecciones que convocó para elegir un Congreso General de las Provincias,  con el objeto de establecer un gobierno constitucional. El reglamento de elecciones aseguró  el voto a  los hombres libres mayores de veinticinco años y propietarios de bienes, excluyendo a las mujeres, esclavos, y demás  sectores populares  proletarizados. Con tales condicionantes, el resultado de las elecciones realizadas entre octubre y noviembre de 1810 fue un Congreso conformado por representantes de la oligarquía criolla, el mismo que evidentemente no pudo realizar mayores transformaciones económicas y sociales que las que convenía a sus intereses.   
Sobre la Junta de Buenos Aires que no juró fidelidad  al Consejo de Regencia, pero si declaró mantener lealtad al rey depuesto, los historiadores argentinos han convenido en señalar que tal lealtad no fue más que una maniobra política de  ganar tiempo para fortalecer la causa patriota,  maniobra que fue desplegada por la primera junta, la junta grande, los triunviratos primero, segundo y tercero y los directores supremos, hasta que se declaró la independencia en 1816. Sobre la maniobra en cuestión Cornelio Saavedra cursó la siguiente  carta a Juan José Viamonte,  con fecha 27 de junio de 1811:
“...las Cortes extranjeras y muy particularmente la de Inglaterra, nada exigen, más que llevemos adelante el nombre de Fernando y el odio a Napoleón; en estos ejes consiste el que no sea (Inglaterra) nuestra enemiga declarada... la Corte de Inglaterra... no se considera obligada... a sostener una parte de la monarquía española contra la otra... a condición que reconozcan su soberano legítimo... luego, si nosotros no reconociésemos a Fernando, tendría la Inglaterra derecho... a sostener a nuestros contrarios... y nos declararía la guerra... En medio de estas poderosas consideraciones quiere el... ciudadano Zamudio se grite: ¡Independencia! ¡Independencia! ¿Qué (se) pierde en que de palabra y por escrito digamos: ¡Fernando! ¡Fernando! “ (M. Deleis y col. Cartas que hicieron la historia, Buenos Aires, Edit. Aguilar, 2001, pág 116)

Aquí es importante destacar que la insurrección de mayo de 1810 fue motorizada por  grupos de criollos que  tuvieron como fin común expulsar del poder al Virrey Cisneros, pero que tenían diferencias  internas:  una fracción de progresistas representados por Moreno, Castelli, Belgrano y Paso que aspiraban a una reforma política, económica y  con derivaciones sociales; otra fracción de militares y burócratas liderados por Saavedra que pretendían desplazar a los españoles del ejercicio del poder, pero heredando sus atribuciones y privilegios. Por otra parte la fracción de los comerciantes y hacendados que subordinaban la política a los intereses económicos, particularmente el comercio con los ingleses; por último otros grupos que oscilaban entre reemplazar la autoridad del Consejo de Regencia por la de Carlota Joaquina de Borbón o por la corona británica. A esto se agrega  el interés  de Gran Bretaña por captar el mercado de América colonizada por España, pero que por estar en guerra contra el expansionismo de Francia  napoleónica debía impulsar una política de alianza con España en Europa, en tanto que en América presionaba porque las manifestaciones independentistas no se acentuaran mientras no se superase la crisis europea.
A semejanza de las juntas americanas ya referidas, la de Santa Fe de Bogotá y la de Chile también surgieron proclamando su fidelidad al monarca ausente  e ignorando  al Consejo de Regencia. La Junta Suprema de Santa Fe  se  constituyó cancelando al virreynato de Nueva Granada y eligiendo curiosamente como su primer Presidente al depuesto virrey Antonio Amar y Borbón, hecho que por exigencia popular  fue corregido a los pocos días con la destitución de tal personaje. Varias ciudades sumaron su adhesión a la Junta de Gobierno, aunque por la convocatoria de un congreso para la elaboración de una constitución del nuevo Estado se dividieron tempranamente en  centralistas y federalistas. Las otras ciudades se mantuvieron fieles a los realistas. El país ingresó a una guerra civil, la cual se resolvió años más tarde con la independencia,
Muestra del acendrado fidelismo de los criollos chilenos fue la elección de una junta de gobierno presidida  por el propio representante del Rey de España, don Mateo de Toro Zambrano y Ureta, con titulo nobiliario Conde de la Conquista. Este personaje se había desempeñado anteriormente como Corregidor de Santiago; en los momentos previos a la constitución de la Junta de Gobierno  fungía como Gobernador Interino de la Capitanía General de Chile. Murió cinco meses después,  por lo que no tuvo mayor participación en el proceso de  la independencia.

Carácter y significado de las juntas
El movimiento  insurreccional de las Juntas de 1809-10, no fue ni pretendió ser una revolución social en el sentido más integral del término,  sino una  lucha político-militar de tendencia inicial autonomista, con posterior evolución al separatismo,  dado los intereses de su  clase dirigente, la clase criolla, que dicho sea de paso no fue una clase homogénea sino fraccionada: los criollos comerciantes ligados al monopolio,  los criollos intelectuales entre separatistas y fidelistas, los criollos progresistas y los conservadores entre pro-monárquicos y republicanos.
El movimiento  de 1809-10 no pretendió cambiar  la estructura económico-social del régimen colonial, sólo se orientó al cambio de la forma de gobierno pasando de virreynato a república,  por lo que después, concluida la guerra hacia 1824 y 1825, se puede observar que  en lo interno continuaron las injustas relaciones sociales de producción y en lo externo la dependencia de nuestra economía, en este caso dependencia respecto a  Inglaterra expansionista con la primera revolución industrial (2). La  fracción criolla dominante (aristócratas militares secundados por civiles), que venía de ser copartícipe con la clase peninsular en  la explotación colonial,  fue incapaz de poner en marcha una reforma agraria en tanto ésta afectaría sus propios intereses. Igualmente no asumió la gran tarea de la modernización industrial del país,  porque eso no  estaba en  de sus propósitos. 
Los venezolanos Salvador de la Plaza y Gustavo Machado en una interesante co-producción  han puntualizado que la independencia “no se inició como una revolución social”(3), afirmación que Plaza la ratificó y la amplió después, cuando expresa:  “La independencia no transformó la estructura económica. El poder  político pasó de manos del rey de España a la de los ‘criollos’ grandes propietarios de tierras y esclavos y a los ‘generales’ que se habían formado en las guerras y que a su vez se habían convertido en grandes propietarios “(4). Asimismo, en uno de sus últimos trabajos,  habría de concluir que “la revolución social que esa sociedad requería para salir del estancamiento y progresar quedó, en consecuencia, indefinidamente aplazada”(5). Lo que en el Perú Agustín Barcelli califica “revolución traicionada”,  o Julio Roldán “una burda estafa”.
Por otra parte el argentino Milciades Peña refiriéndose al plan del radical Mariano Moreno en Argentina, asevera: “Su objetivo era barrer a la burocracia virreinal y sus aliados -que tal era el objetivo de la revolución política-. Pero nada más, y eso no es una revolución democrática. Es verdad que Mariano Moreno invitaba al levantamiento de los gauchos orientales contra los restos del poder virreinal, pero también los españoles llamaban a los indios a levantarse contra los criollos. Es la táctica de provocar levantamientos en la retaguardia del enemigo, y nada más” (6). Evidentemente, en ambos bandos los combatientes eran provenientes de la clase hispano-criolla y de los grupos sociales fraccionados  y subordinados, al punto que se insinúa una guerra de independencia con caracteres de guerra civil.
Cuestionando al bicentenario de las juntas, el chileno Roberto Olivares sostiene: “Obviamente no seré yo quien después de casi dos siglos de “reconocerse” el 18 de Septiembre de 1810 como día de la Independencia, menos aún después de que durante los dos últimos “gobiernos de la concertación” se vienen haciendo anuncios de grandes inauguraciones y parafernálicos eventos, intente convencer a los lectores de que deberíamos “postergar” por ocho años las tan esperadas y anunciadas celebraciones.” Luego agrega: “La Independencia realmente y mediante la lectura del acta correspondiente en todos los pueblos y ciudades de Chile, se proclamó el día 12 de Febrero de 1818, aún cuando el mismo General O”Higgins reconoce en una carta escrita durante su exilio en Perú "... en primero de enero de 1818, como órgano de la voluntad nacional, declaré solemnemente la independencia de Chile en la ciudad de Concepción." (7)
Una posición chilena más radical, en la perspectiva de las reivindicaciones del pueblo trabajador,  expresa: “Los 200 años de la creación de la Primera Junta de Gobierno de 1810, encontrará a Chile bajo un gobierno de la derecha oligárquica. Cuando la reacción, ahora gobierno, celebre con fuegos de artificio el Bicentenario de la Primera Junta de Gobierno (no de la Independencia), los trabajadores estarán en pleno combate defendiendo sus conquistas.”  Semanario El siglo 22-3-2010 http://www.elsiglo.cl/Los-Trabajadores-y-el-Bicentenario.html (8)
Por otra parte desde México, mostrando disconformidad con la celebración del bicentenario de la independencia del país azteca,  Jesús Ramos Loreto sostiene “…a los mexicanos nos están induciendo los medios de comunicación manipulados por el sistema a celebrar 200 años de independencia. Pero la pregunta es: ¿realmente tendremos algo que celebrar? Libre realmente México como país nunca lo ha sido, desde su inicio como tal, siempre hemos vivido sometidos a los intereses de los Estados Unidos de América. Hoy en la actualidad con la globalización y el Sistema Económico Neoliberal, México vive sometido aun con mayor razón a las grandes presiones de los intereses de los grandes corporativos internacionales, que poco a poco se han ido adueñando del país nuevamente, sino ya territorialmente no dominan, si a través de los intereses económicos. Hoy la Banca ha dejado de ser nacional, para responder a los intereses de sus matrices que se encuentran en cualquier parte del mundo menos en México, lo mismo sucede con las compañías de comunicación, automóviles, etc.”(9).
Concluyendo
1.        Politicamente las juntas de gobierno de América de 1809-1810, incluyendo la de Paraguay de 1811, constituyeron gobiernos provisionales de carácter autónomo bajo dirección criolla, sujetos a fuertes contradicciones internas por las tendencias liberales, conservadoras, separatistas y fidelistas de sus componentes.
2.        Económicamente buscaron la ruptura del monopolio comercial impuesto por España a sus colonias, pero mantuvieron las injustas relaciones de producción que se proyectan hasta el presente.
3.        Socialmente se consolidó la superioridad de los criollos y se acentuaron  sus diferencias respecto a los otros componentes de la sociedad de clases en América en condición de subordinados.
4.        Ideológicamente las  direcciones criollas de las juntas se nutrieron  con los aportes teóricos de la ilustración europea y con las experiencias  de las revoluciones burguesas norteamericana y francesa, hasta donde les fue conveniente. 
5.        Las juntas de gobierno se inscriben como expresiones de lucha autonomista bajo dirección de las oligarquías criollas, consecuentemente en sus programas, cuando los tuvieron de manera expresa, se puntualizó la defensa de sus intereses más no estuvieron presentes las reivindicaciones fundamentales de las mayorías  nacionales. A doscientos años de la juntas de gobierno que surgieron en oposición al régimen colonial español, está pendiente la realización de una revolución social.

Bibliografía
1.  J. I. López Soria.                               La época del rompimiento. En Nueva historia general del Perú. Mosca
                                                                azul.Lima,1982
2.  Macera, Pablo                                    Visión del Perú, Cap VI).
3.  Plaza, Salvador de la  G.Machado    La  verdadera situación de Venezuela. La  Habana, reimpreso 1929.  México,
                                                                P.15.
4.  Plaza, Salvador de la.                         El problema de la tierra, Vol II, p. 9.
5.  Plaza, Salvador de la                         La  reforma  agraria  en Venezuela. Revista de Economía y  Cs. Ss. Nº 2 Ab-
                                                                may. 1969
6.  Peña, M.                                           Antes de Mayo.  Fichas, Bs. As., 1973, pgs. 76 y 103.
7.  Olivares, Roberto                               Celebración  del  Bicentenario en  Chile ¿pero de qué?  en  Rancahuaso.21-
                                                                09-2009 
8.  Semanario El siglo                            Art del 22-3-2011 http://ww.elsiglo.cl/Los-Trabajadores-y-Bicentenario.html
9.  Ramos Loreto, Jesús.                        ¿Bicentenario de la Independencia de México?Lahoradelpueblo.blogspot.com/
-   Sánchez, Luis Alberto                        Historia General de América, 3 vols. EMISA Edit.Lima, 1987.

sábado, 23 de julio de 2011

LA ALTERNATIVA DE LA PEDAGOGÍA CRÍTICA PARA UN CAMBIO RADICAL

NOCIÓN Y PROPÓSITOS

Entre los modelos pedagógicos contemporáneos la Pedagogía crítica emerge como una propuesta orientada a generar en los agentes de la educación una conciencia crítica y una actitud de cambio respecto a su condición individual y colectiva, tanto en el aula –sistema educativo como en la sociedad en general. En tal sentido, la pedagogía crítica implica, en primer lugar, el compromiso consecuente de profesores, estudiantes, padres de familia, funcionarios y servidores de todas las instancias educativas, para teorizar sobre sus respectivas funciones sociales y situaciones personales, y luego reasumirlas en la perspectiva de una educación de calidad tantas veces reclamada y tantas otras postergada.
El modelo crítico parte de la idea clásica que la escuela debe preparar para la vida. El filósofo Séneca tenía por sentencia “aprenda para la vida y no para la escuela”, además que demandaba el conocimiento de la individualidad de los educandos. Si la escuela debe preparar para la vida, entonces la naturaleza y funciones de la escuela y la vida misma deben ser objeto de estudio para tomar las determinaciones que convenga a los educandos.
La pedagogía critica se propone un estudio radical de las estructuras sociales que condicionan y afectan la naturaleza y funcionamiento de la escuela, al mismo tiempo que centra la atención en el desarrollo de las habilidades de pensamiento crítico-reflexivo de los educandos, a efectos de contribuir al cambio de la sociedad por una mejora continua de la vida.
Uno de los exponentes más caracterizados de la pedagogía crítica contemporánea, el canadiense Peter McLaren, autor de La vida en las escuelas, Pedagogía crítica, resistencia cultural y la formación del deseo, entre otros libros, sostiene que “la pedagogía crítica examina a las escuelas tanto en su medio histórico como en su medio social por ser parte de la hechura social y política que caracteriza a la sociedad dominante”. Se entiende que la sociedad dominante, actual, es la sociedad del capitalismo globalizado –llamada también sociedad de la información y del conocimiento-, en la que la escuela es un aparato ideológico del Estado al servicio de la reproducción de las relaciones sociales de `producción capitalista, en tanto que los actores involucrados en el proceso educativo son reducidos, por el sistema educativo y su política, a simples agentes de tal reproducción. Esta situación nos plantea el imperativo de la reestructuración de la escuela conjuntamente con el Estado y la Sociedad, superando, largamente, a las hasta ahora llamadas reformas educativas, incluyendo las acreditaciones en ciernes, que han ejecutado innovaciones de orden tecnopedagógico y hasta infraestructural, pero abstraídas del contexto, de las condiciones materiales de vida social. Toda reforma educativa debe ir acompañada de otras reformas de la sociedad en general.
Otros exponentes contemporáneos de la pedagogía crítica son: los estadounidenses Henri Giroux, autor de , Teoría y Resistencia en Educación: una pedagogía para la oposición. Pedagogía crítica, estudios culturales y democracia radical, etc.; Michael Apple, autor de Ideología y Currículo, Escuelas democráticas, etc. etc. Asimismo, el español Ramón Flecha con su libro Compartiendo palabras y sus numerosos ensayos sobre pedagogía en publicaciones colectivas; los argentinos Luis Rigal con El sentido de educar y Adriana Puiggrós con Imaginación y crisis en la educación latinoamericana. En el Perú, Sigfredo Chiroque nos alcanza algunos ensayos de pedagogía crítica en publicaciones periódicas.

POSTULADOS DE LA PEDAGOGÍA CRÍTICA
Anotamos a continuación los postulados de la pedagogía crítica que se derivan de la praxis de sus fundadores;
I.La educación no puede ser comprendida ni practicada al margen del contexto de su época. Toda educación concreta (teoría y práctica educativa con todos sus componentes) responde al carácter y necesidades de una sociedad concreta. Las generaciones mayores (mejor, quienes conducen la sociedad) teorizan, crean las instituciones educativas e implementan políticas, sistemas y procesos educativos para formar a las generaciones jóvenes que deben asumir, cuando corresponda, determinadas funciones en la sociedad. Así fue en tiempos de las sociedades esclavistas de la antigüedad, así en las otras sociedades históricas hasta el presente. Comprender y practicar la educación en nuestra época nos lleva a ubicarnos en el contexto nacional y mundial de la sociedad capitalista globalizada Ahora, el asunto es si educamos para esta sociedad capitalista o para otra. Evidentemente una educación para otra sociedad la entendemos como la alternativa de la sociedad socialista, deslindando con los socialismos históricos por inauténticos.
II.La práctica educativa implica un concepto de hombre, sociedad y estado. Este postulado se complementa con el anterior. Educamos en una determinada época de la evolución de la humanidad para formar al educando ¿qué tipo de educando?, lo que supone tener una concepción de ser humano concreto (filosofía del hombre), el que vive o debe vivir en una sociedad concreta organizada como Estado ¿qué tipo de sociedad y que tipo de Estado?, lo que también supone tener una concepción de Sociedad y de Estado realizable en el mundo de las cosas concretas. Pedagogos críticos como Michael Apple y Henry Giroux ubican a la escuela –y con ella al fenómeno educativo-- al centro de la sociedad, como un componente más de la sociedad. Apple enfatiza que “la escuela no debe entenderse como una institución neutra, ajena a las cuestiones sociales, económicas y culturales de la sociedad ni a las contradicciones del Estado o a los conflictos entre los diferentes grupos sociales." Evidentemente, no hay escuela neutra ni educadores neutros. La escuela como institución enmarcada en un sistema educativo, con su política educativa, funciona dentro de los parámetros de una política de gobierno y de Estado. Y los educadores, en tanto servidores y ciudadanos, responden a políticas e ideologías, y tienen sus preferencias o sus rechazos. En esta misma línea Giroux rechaza el neutralismo persistente en las concepciones pedagógicas (se entiende las pedagogías constructivista, sistémica, cognitivas, etc.), y sostiene que la educación “[debe ser] un proyecto político encaminado a profundizar en los valores y en el proceso democrático." "Para que la pedagogía crítica se convierta en ese proyecto político debe cambiar el lenguaje de la crítica exclusivamente por el lenguaje de la posibilidad de desarrollar acciones de cambio”. Sobre esto último nos remitimos al postulado V.

III.La acción educativa esta dirigida no solo a conocer la realidad sino a transformarla. La pedagogía critica orienta su labor al conocimiento de la realidad, constatando que ésta, en su ordenamiento económico-social capitalista actual, es injusta, y que además la educación contribuye al mantenimiento y reproducción de esta realidad, pero que también la educación puede contribuir a su cambio y transformación radical. El modelo de pedagogía critica tiene como antecedentes, entre otros modelos, la pedagogía liberadora de Paulo Freire y la pedagogía marxista. De la pedagogía liberadora, entre otros fundamentos, recupera la idea que “todo acto educativo es un acto político”, el mismo que debe servir para “pasar de la conciencia mágico-ingenua a la conciencia crítica fomentadora de transformaciones sociales. Del marxismo recupera las ideas que la realidad es dinámica, cambiante, pero al mismo tiempo contradictoria y sobre la cual el hombre ejerce su acción. Célebre es la expresión marxista en la tesis 11 sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.

IV.La pedagogía crítica debe develar falsas representaciones, poner al descubierto intereses, valores, supuestos, etc. La praxis de la Pedagogía Crítica deslinda con otras corrientes pedagógicas empezando por ubicar la condición existencial del hombre en el mundo. Los seres humanos no sólo están “en” el mundo, sino que se reconocen que están “con” el mundo, lo cual significa que objetivizan al mundo y se objetivan a sí mismos; un conocimiento de la realidad donde está el “ser uno” con los ”otros” y un autoconocimiento del “ser uno” que toma distancia de los “otros”. Así los seres humanos desde el momento que indagan sobre su condición existencial y, más aún, la ponen en cuestión, se constituyen en seres críticos que procuran develar las condiciones objetivas y subjetivas que delimitan la situación en la que viven y, como podrían cambiar tales condiciones. La pedagogía crítica contribuye al conocimiento de la relación de los seres humanos con la realidad, los dota de los recursos y desarrolla sus capacidades y competencias para su acción sobre la realidad. La pedagogía crítica replantea el rol del docente de simple trasmisor mediador o facilitador de conocimientos, al rol como agente de cambio que reivindica la actividad y autonomía del educando, esclarece conceptos y valores en la sociedad de nuestra época formada por grupos y clases con intereses contrapuestos, y precisa que el fin último de la educación es el desarrollo integral del educando, en una sociedad democrática liberada de todo tipo de opresión.

V.La pedagogía crítica debe proporcionar un lenguaje para el análisis social, la crítica cultural y el activismo social. Los teóricos de la postmodernidad como ideología del capitalismo tardío globalizado, están acuñando una terminología para la percepción del mundo que mejor se acomoda a sus intereses, por lo que es necesario el deslinde respectivo, como es el caso de los siguientes términos:

*Democracia. Tradicionalmente los defensores del sistema liberal capitalista han determinado que la democracia es la renovación periódica de autoridades o representantes de la sociedad civil, en el marco de una economía de mercado. En este sentido se ha concedido ciertos márgenes de participación ciudadana (derecho a revocatoria de mandatos, presupuesto participativo, mesas de concertación, demanda de rendición de cuentas, etc.) aún no generalizados, cuando lo que la sociedad necesita es una democracia de participación plena en todas las instancias de su organización y funcionamiento estructural y superestructural. Una democracia de participación plena, llamada también democracia radical o socialista, implica una efectiva igualdad de oportunidades para todos miembros de la sociedad

* Diferencia – desigualdad. Se promociona la idea del derecho a ser diferente (con la conservación de los modos de vida, creencias, formas de comunicación), con lo que se quiere disimular o soslayar la desigualdad social como problema. En referencia a la diversidad cultural de los grupos humanos con condiciones materiales de existencia desiguales, unos pobres frente a otros ricos, condiciones que algunos las aceptan como normales o naturales, son precisamente estos quienes enfatizan en la afirmación: “todos tienen derecho a ser diferentes”. En la sociedad de clases la desigualdad social guarda correspondencia con la base económica de carácter privatista que favorece a los grupos de élite.

*Interculturalidad. Se promociona la relación armoniosa entre culturas, obviando la distinción interculturalidad funcional que es compatible con el modelo social liberal de la interculturalidad crítica que es compatible con el modelo social alternativo basado en la igualdad. El interculturalismo funcional soslaya las condiciones de las culturas que dialogan; acepta la desigualdad como lo natural, de lo que resulta un diálogo asimétrico. El interculturalismo crítico reconoce las condiciones económicas, sociales y políticas desiguales de las culturas que se relacionan, por lo que tales condiciones son el punto de partida de todo diálogo. La pedagogía critica asume la práctica de la interculturalidad critica.

* Nuevo orden mundial. Se difunde la noción de la existencia de un nuevo orden social a escala mundial (se entiende la globalización), como que ya fuese realidad la desaparición del viejo orden capitalista con todas sus injusticias. En realidad las dos terceras partes del mundo continúan viviendo en condiciones materiales deprimentes y bajo la tantas veces cuestionada explotación del hombre por el hombre. En consecuencia, el “nuevo orden mundial” dado por cierto por los funcionalistas y postmodernos no es más que el capitalismo tardío o de la globalización, con su ideología la postmodernidad, luego de la debacle del socialismo burocrático. Ese “nuevo orden mundial” no es el que aspiramos.
* Perspectiva de género. El generismo, promovido por la Unesco y otros entes, es una visión culturalista del problema de la exclusión, explotación y subordinación de la mujer, cuya solución de igualdad y equidad se busca en el sistema y con auspicio del sistema. Otra fue la perspectiva feminista que distinguió una raíz económica y de clase en el problema, por tanto su solución sólo con el cambio del sistema.
* Tejido social. Término que enmascara la percepción de la sociedad de clases. La sociedad capitalista globalizada no es un todo homogéneo, armónico, en equilibrio; por el contrario, es un todo fragmentado cuyos componentes se encuentran en situación de conflicto por la diferencia de intereses.

EN CONCLUSIÓN:
La pedagogía crítica promueve que los agentes de la educación, más allá de la adecuación funcionalista, asuman sus roles promotores del cambio social, de actores políticos conscientes que la educación tiene por finalidad última la liberación de las personas y la construcción de una sociedad con justicia y bienestar.
La pedagogía crítica, con las aulas abiertas a la realidad, rechaza la concepción de las escuelas como instituciones neutrales q ue sólo tienen por función dar a los estudiantes los conocimientos necesarios para su incorporación al sistema social. La pedagogía critica pone al centro de su praxis la relación escuela-orden económico, escuela-grupos hegemónicos, ideología-conocimiento objetivo. Esta corriente pedagógica reconoce el conflicto y la contradicción inherentes a la práctica educativa en el contexto, por lo que asume el rol dialéctico del conflicto en la generación de los cambios sociales.
La pedagogía crítica estimula a los educadores al ejercicio de la autocrítica y al cultivo del compromiso social, para que perciban su trabajo no como algo de interés individual, sino como algo de interés social, el mismo que requiere una praxis pedagógica capaz de reflexionar sobre su acción y asumir su continuidad y transformación en función de los intereses más generales de la sociedad.

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