¿QUÉ HACER PARA GANAR OBJETIVIDAD EN LA DISCIPLINA
HISTÓRICA?
Como afirmáramos
en otro lugar, toda disciplina que se reclama científica orienta su actividad
por el ideal de objetividad. Su propósito primordial es el logro de un
conocimiento rigurosamente fundamentado, cuyas proposiciones sean aceptadas
como válidas por todo sujeto calificado para comprenderlas. Por definición
gnoseológica se establece que un conocimiento es objetivo cuando procede del
objeto como su reflejo específico, cuando esta exento de parcialidad y
emotividad y cuando es válido para todos.
La historia, que
se constituye como ciencia, también orienta su actividad por el ideal de
objetividad. La historia investiga, describe, explica e interpreta las res gestae humanas de manera similar
como proceden las ciencias calificadas como tales. Pero la presencia activa de
la subjetividad deformadora en la historia, determina el problema de una
objetividad incompleta, lo que pone en cuestión la cientificidad de la
historia. De aquí la importancia de asumir la subjetividad reconociéndola y no
evadiéndola o ficcionando su
eliminación. De lo que se trata es tomar conciencia de su doble dimensión y
decidir por la separación de la subjetividad deformadora de la subjetividad
científica que es la que finalmente abona a favor de la objetividad. Los
siguientes indicadores orientan en esta perspectiva:
1. DISMINUIR LA ACCIÓN DEFORMADORA DE LA
SUBJETIVIDAD.
La disminución
en referencia implica asumir una actitud autocrítica y una opción por la clase
abierta al progreso. (Schaff: 356 y Topolsky: 265).
La actitud
autocrítica del sujeto cognoscente (historiador) supone la más amplia
autorreflexión en torno a las limitaciones de su conocimiento y de los
condicionamientos sociales a que está expuesto, lo que a su vez demanda el
compromiso de superación de tales limitaciones y condicionamientos. La actitud
autocrítica nos lleva a la comprensión de que el conocimiento histórico es, en
tanto científico, un producto objetivo-subjetivo social, lo que se sustenta con
la concepción activista del conocimiento.
La opción por la
clase abierta al progreso constituye la actitud manifiesta de la
responsabilidad social del historiador que relaciona su trabajo con los
intereses más generales del colectivo. El asunto es determinar si el
historiador está preocupado en descubrir y difundir la verdad o en ocultarla.
2.NO CAER EN EL REDUCCIONISMO UNITARIO DEL
HECHO HISTÓRICO
La realidad es
sumamente compleja, los hechos que conocemos aparecen formando procesos que
identifican y explican momentos históricos de corta, mediana o larga duración.
Los hechos se relacionan entre si con la causación y los condicionamientos; no hay hechos que
existan como elementos o sistemas específicos aislados. No existen hechos que
no estén condicionados. Todo se relaciona en la realidad. Aun lo que se
denomina azar es un hecho aparentemente aislado, cuya determinación causal
aparece desfigurada o simplemente no aparece en la manifestación del hecho por
acción de factores perturbadores. El concepto del azar se relativiza en tanto
el hecho “causal” se ubica en la red de hechos causales evidentemente unidos
por regularidades específicas, lo que nos lleva a comprender que “allí donde en
la superficie de las cosas parece reinar la casualidad, ésta se halla siempre gobernada
por leyes internas ocultas y de lo que se trata es de descubrir estas leyes”
(Rosental 1990).
El reduccionismo
en historia nos lleva, por una parte, a prescindir de ciertos elementos por
considerarlos no esenciales al objeto de conocimiento y, por otra parte, nos lleva a asumir una actitud parcialista,
no objetiva. El reduccionismo no ahonda ni en la relación causal ni en los
condicionamientos a que está afecto todo objeto.
3. SUPERAR EL PRESENTISMO Y EL RELATIVISMO
RADICAL
Presentismo y
relativismo son posturas epistemológicas
reduccionistas que afectan a la objetividad. Por el presentismo se conviene que
toda visión histórica es el resultado de una relectura según las necesidades
coyunturales y los valores sociales de cada contemporaneidad. Pero en la
búsqueda de la objetividad del conocimiento histórico hay que ir más allá de
los horizontes inmediatos. En la misma orientación va el relativismo radical, al
sostener que cada individuo, clase o colectivo, tiene “derecho” a registrar
“su” propia versión de lo que aconteció. El caso es que una cosa es admitir el
carácter relativo del conocimiento como reflejo del grado de desarrollo
material y de la ciencia, y otra cosa es reducir la objetividad a un contexto
determinado.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
Fernandez, Roberto. Historiografía
y sociedad. www.ub.edu/histodidáctica/index.
Rosental, M.M. Diccionario
Filosófico. Edición Pueblos Unidos. Lima, 1990
Schaff, Adam. Historia
y verdad. Edit. Grijalbo. México, 1974.
Topolsky, Jerzy Metodología
de la historia. Edit. Cátedra. Madrid, 1985.
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